CAPITULO 36
Laura:
Me despertó el radiante sol que entraba por la ventana, había dormido demasiado bien después de cuatro días durmiendo en una colchoneta y pasando frío. Me levanté y lo primero que miré fue mi móvil. Me había llegado un mensaje de Álvaro: "buenos días mi niña, ¿te apetece pasar el día de hoy conmigo?" ¿a qué se refería? ¿Me tendría alguna sorpresa preparada? No sabía de qué se trataba pero la idea de pasar el día con él me gustaba y mucho.
Quedamos para ir a comer juntos, lo cual a mi tía no le hizo mucha gracia porque quería que comiésemos todos juntos en casa, pero para que no supiera que me iba con Álvaro le dije que Daniela y yo íbamos a comer con las niñas.
-¿pero ahora donde voy yo?- me preguntó Daniela extrañada por el plan
-queda con Sergio ¿no?
-está bien le llamaré
El día pintaba bastante bien y mis ganas de estar con Álvaro aumentaban a medida que se acercaba la hora de comer. Me arreglé una hora antes, me puse una falda alta y suelta muy veraniega con un top verde agua. Me senté a esperar a que fueran las tres y por fin escuché el ruido de una moto aparcar en la puerta de casa. Cogí mi bolso y a Daniela del brazo y salimos corriendo.
-adiós tita nos vamos
-adiós cariño pasarlo bien
Salimos de casa y Álvaro se quedó extrañado al ver que iba con Daniela, pero aun así no quito su sonrisa de la cara.
-hola- le sonreí dándole un fuerte beso en los labios
-bueno yo me voy que he quedado con Sergio, adiós divertíos- dijo Daniela sin que le echásemos mucha cuenta
-¿a dónde me vas a llevar?- pregunté curiosa
-ya lo verás, no seas impaciente- dijo volviendo a besarme
Al cabo de un largo camino en moto llegamos al lugar, estaba nerviosa, necesitaba saber donde estábamos porque no tenía ni idea. Bajé de la moto y al quitarme el casco Álvaro me tapó los ojos rápidamente con su mano.
-ayy ¿que haces? Quiero ver donde estamos
-calla anda que ahora lo vas a ver
Después de andar un poco y de subir y bajar escalones me dejó abrir los ojos y pude ver que nos encontrábamos en un restaurante en lo alto de una montaña desde donde se podía ver Valencia entera y toda su costa de alrededor, el mar nos rodeaba y formaba un paisaje esplendido.
-ya hemos llegado- me susurró al oído
-es precioso- dije embobada
-me alegro de que te guste, ¿nos sentamos?- me dijo señalándome una mesita para dos en el mejor sitio de la enorme terraza, en la que solo había dos o tres parejas más.
-¿porqué me has traído aquí?
-porque sabía que te iba a gustar
Con una sonrisa tan perfecta como siempre, hizo que un escalofrío me recorriera todo el cuerpo, estaba realmente feliz y era gracias a él.
Pasamos un rato increíble, la comida estaba riquísima y los camareros nos trataban muy bien.
Cuando terminamos de comer, fuimos de vuelta a Malvarrosa. Paramos en el centro comercial para comprarnos unos helados y nos los tomamos paseando por la playa.
-sabes que te va quedando menos tiempo aquí ¿verdad? Tienes que aprovecharlo al máximo -me dijo con una sonrisa
-ya lo estoy haciendo- le dije muy concentrada en mi helado
-bueno pero te recuerdo que hicimos un trato
-¿que trato?- pregunté algo extrañada
-que no te podías olvidar de mi cuando te fueras
-ah es verdad, pero no me dijiste qué ibas a hacer para conseguirlo
Acto seguido me agarró de la cintura y me besó apasionadamente.
-¿hace falta que haga algo para que no te olvides de mi?- me susurró
Y con una simple sonrisa le abracé y por un momento quería que ese día no acabara nunca. Estaba claro que no le hacía falta que hiciera nada, porque yo lo iba a recordar siempre.
Nos terminamos los helados y volvimos a la moto.
-¿me vas a llevar a casa?
-claro que si
El camino que estaba cogiendo no era para ir a mi casa, no sabía a dónde me llevaba pero cuando paramos y él aparcó la moto me di cuenta de dónde estábamos.
-ésta es mi casa- dijo sonriente- te dije que te llevaría a casa pero no a cual
-que graciosillo-no pude evitar reirme
-venga pasa- me dijo abriendo la enorme puerta
-pero... ¿Están tus padres?- pregunté preocupada, la verdad es que me avergonzaba la idea de conocerlos
-no tranquila
Estuvo enseñándome su casa, la verdad es que era bastante grande y lujosa.
-¿quieres tomar algo? -me preguntó dirigiéndose hacia la cocina
-no gracias estoy bien-dije sentándome en el sofá y acomodándome, pero cuando me di cuenta Álvaro venía hacia mi con dos cubatas en las manos.
Estuvimos bebiendo y hablando durante toda la tarde, sin darme cuenta terminamos en su cuarto. La luz estaba apagada y ya empezaba a anochecer, así que por la ventana tampoco entraba luz. En toda esa oscuridad podía apreciar perfectamente sus ojos mirándome fijamente y su boca dirigiéndose hacia la mía.
Nos estábamos besando, apoyados en la pared, él me tenía agarrada por la cintura. Nos tumbamos en la cama poco a poco colocándose él encima mía. Se quitó la camiseta y fui besando cada uno de sus músculos, desde el cuello hasta los abdominales. Me quitó la camiseta acariciándome suavemente la espalda, besándome por el hombro y el pecho, sentía sus labios mejor que nunca. Me quitó la falda y me acarició con dulzura, yo cada vez me ponía más nerviosa, pero él hacía que me relajara y que me sintiera flotando en una nube.
-No quiero que me olvides, pequeña boxeadora- me susurró
-no te voy a olvidar
-Te quiero- dijo mirándome fijamente a los ojos. Realmente yo también lo quería.
—————